Y aunque lográramos éxitos inmensos en nuestro trabajo, no tendríamos ningún fundamento para volvernos engreídos y presuntuosos. La modestia contribuye al progreso, y el engreimiento conduce al atraso. Debemos tener siempre presente esta verdad.
Discurso de apertura en el VIII Congreso Nacional del Partido Comunista
de China (15 de septiembre de 1956).
Con la victoria, pueden surgir dentro del Partido ciertos estados de ánimo: el engreimiento, la presunción de ser hombre meritorio, la inercia y la falta de deseo de progresar, la afición a los placeres y la aversión a continuar una vida dura. Con la victoria, el pueblo nos estará agradecido y la burguesía se presentará a adularnos. Ya está probado que el enemigo no puede vencernos por la fuerza de las armas. Sin embargo, la adulación de la burguesía puede vencer a los débiles de carácter que haya en nuestras filas. Es posible que existan entre los comunistas algunos que el enemigo no ha podido vencer con las armas y que frente a él se han hecho merecedores del título de héroes, pero que, incapaces de resistir a los proyectiles almibarados, caerán derrotados por ellos. Debemos estar prevenidos contra esto.
Informe ante la II Sesión Plenaria del Comité Central elegido
en el VII Congreso Nacional del Partido Comunista de China. (5 de mano de
1949), Obras Escogidas, t. IV.
Muchas cosas pueden convertirse en fardos, en cargas, si nos aferramos a ellas ciega e inconscientemente. Por ejemplo: quien haya cometido errores, puede sentirse irremediablemente agobiado por ellos y caer en el abatimiento; el que no haya incurrido en errores, puede creerse irreprochable y volverse vanidoso. La falta de éxitos en el trabajo puede provocar pesimismo y depresión, en tanto que los éxitos pueden engendrar arrogancia y altanería. Un camarada que tenga corta historia de lucha puede con ese pretexto eludir responsabilidades, y un veterano puede considerarse infalible por su largo pasado de lucha. Los camaradas obreros y campesinos, orgullosos de su origen de clase, pueden mirar a los intelectuales por encima del hombro, y los intelectuales, por poseer algunos conocimientos, pueden menospreciar a los camaradas obreros y campesinos. Quien posea conocimientos especializados puede considerarlos como capital para envanecerse y despreciar a los demás. Hasta la edad podría servir de motivo para presumir: un joven que se tenga por inteligente y capaz, podría despreciar a los viejos, y un viejo, por su rica experiencia, podría despreciar a los jóvenes. Todas estas cosas se convierten en cargas, en fardos, si se carece de espíritu critico.
Nuestro estudio y la situación actual (12 de abril de 1944). Obras
Escogidas, t. III.
Algunos camaradas en el ejército se han vuelto arrogantes y se comportan de manera arbitraria con los soldados, el pueblo, los organismos gubernamentales y las organizaciones del Partido. Siempre reprochan a los camaradas encargados del trabajo local y nunca se reprochan a sí mismos. Sólo ven sus propios éxitos, pero no sus deficiencias. Sólo quieren escuchar lisonjas, y no críticas. (...) el ejército debe esforzarse por erradicar estos malos hábitos.
Organicémonos (29 de noviembre de 1943) Obras Escogidas, t.
III.
Un trabajo duro es como una carga que, colocada frente a nosotros, nos desafía a echárnosla al hombro. Algunas cargas son livianas, otras, pesadas. Hay quienes prefieren las cargas livianas a las pesadas; escogen para sí las primeras y dejan las segundas para los demás. Otros camaradas actúan de manera diferente: dejan las comodidades a los demás y toman sobre sus hombros las cargas pesadas, son los primeros en soportar las penalidades y los últimos en disfrutar de las comodidades. Estos son buenos camaradas. Todos debemos aprender de su espíritu comunista.
Sobre las negociaciones de Chungching. (17 de octubre de 1945), Obras
Escogidas, t. IV.
No pocas personas se muestran irresponsables en su trabajo, prefieren lo liviano a lo pesado dejan las cargas pesadas a otros y escogen para sí ;as livianas. En cada ocasión, piensan en sí mismas antes que en los demás. Cuando llegan a hacer alguna pequeña contribución, se hinchan de orgullo y la pregonan temiendo que alguien quede sin saberlo. No sienten cariño hacia los camaradas y el pueblo, y los tratan con frialdad indiferencia y apatía. En realidad, esas personas no son comunistas, o, al menos, no pueden ser consideradas como verdaderos comunistas.
En memoria de Norman Bethune (21 de diciembre de 1939), Obras Escogidas,
t. II.
Los que pretenden independizarse así, generalmente se aferran a la doctrina del yo primero y se equivocan en la cuestión de las relaciones entre un militante y el Partido. Aunque respetan de palabra al Partido, en la práctica se colocan a sí mismos en primer término y relegan el Partido al segundo. Qué buscan? Fama, posición y oportunidad de lucirse. Seimpre que se les encarga de alguna sección de trabajo, procuran independizarse. Para este fin, engatusan a algunos, desplazan a otros y recurren, entre camaradas, a la jactancia, las lisonjas y la adulación, introduciendo en el Partido Comunista el estilo filisteo de los partidos políticos burgueses. Es su deshonestidad lo que les hace pasarlo mal. Creo que debemos trabajar honestamente, porque sin una actitud honesta nada se puede realizar en el mundo.
Rectifiquemos el estilo de trabajo en el Partido (1. de febrero de 1942),
Obras Escogidas, t. III.
Los comunistas deben comprender el principio de subordinar las necesidades de la parte a las del todo. Si una proposición es factible para una situación parcial pero no para la situación en su conjunto, es necesario subordinar la parte del todo. A la inversa, si la proposición no es factible para la situación parcial, pero sí para la situación en su conjunto, es precise igualmente subordinar la parte al todo. Esto es lo que se entiende por tomar en consideración los intereses del todo.
El papel del Partido Comunista de China en la guerra nacional (octubre
de 1938), Obras Escogidas, t. II.
Búsqueda de una vida cómoda. En el Ejército Rojo existen no pocas personas cuyo individualismo se manifiesta en sus ansias de comodidades. Esperan que su unidad marche a las grandes ciudades. Quieren ir allí no a trabajar sino a pasarlo bien. Lo que más les desagrada es trabajar en las regiones rojas, donde la vida es dura.
Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el Partido
(diciembre de 1929). Obras Escogidas, t. I.
Hay que combatir la tendencia al seccionalismo, tendencia a preocuparse sólo par la propia sección, sin atender a los intereses de los demás. Seccionalista es quien permanece indiferente ante las dificultades de los demás y no quiere ceder a ningún cuadro que le piden otras secciones o, como el que tome el campo del vecino como desaguadero, cede sólo a los cuadros mediocres, sin mostrar la menor consideración hacia las demás secciones, localidades o personas. Quien precede así ha perdido totalmente el espíritu comunista. Se caracteriza por su falta de consideración por la situación en su conjunto y su total indiferencia hacia las demás secciones, localidades o personas. Tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para educar a tales individuos y hacerles ver en el seccionalismo una tendencia sectaria, que se volverá peligrosa si se la deja cundir.
Rectifiquemos el estilo de trabajo en el Partido (1. de febrero de 1942),
Obras Escogidas, t. III.
El liberalismo se manifiesta en diferentes formas:
Tener clara conciencia de que una persona está en un error, pero como se trata de un conocido, paisano, condiscípulo, amigo íntimo, ser querido, viejo colega o antiguo subordinado, no sostener una discusión de principios con ella y dejar pasar las cosas a fin de preservar la paz y la amistad. O bien, en el deseo de mantenerse en buenos términos con esa persona, tratar superficialmente el asunto en lugar de ir hasta el fondo. Así, tanto la organización como el individuo resultan perjudicados. Este es el primer tipo de liberalismo.
Hacer críticas irresponsables en privado en lugar de plantear activamente sugerencias a la organización. No decir nada a los demás en su presencia, sino andar con chismes a sus espaldas; o callarse en las reuniones para murmurar después. No considerar para nada los principios de la vida colectiva, sino dejarse llevar por las inclinaciones personales. Este es el segundo tipo.
Dejar pasar todo lo que no le afecte a uno personalmente; decir lo menos posible aunque se tenga perfecta conciencia de lo que es erróneo; ser hábil en mantenerse a cubierto y preocuparse únicamente de evitar reproches. Este es el tercer tipo.
Desobedecer las órdenes y colocar las opiniones personales en primer lugar; solicitar consideraciones especiales de la organización, pero rechazar su disciplina. Este es el cuarto tipo
Entregarse a ataques personales, armar pendencias, desahogar rencores personales o buscar venganza en vez de debatir los puntos de vista erróneos y luchar contra ellos en bien de la unidad, del progreso y del buen cumplimiento del trabajo. Este es el quinto tipo.
Escuchar opiniones incorrectas sin refutarlas, e incluso escuchar expresiones contrarrevolucionarias sin informar sobre ellas, tomándolas tranquilamente, como si nada hubiera pasado. Este es el sexto tipo.
Al hallarse entre las masas, no hacer propaganda ni agitación, no hablar en sus reuniones, no investigar ni hacerles preguntas, sino permanecer indiferente a ellas, sin mostrar la menor preocupación por su bienestar, olvidando que se es comunista y comportándose como una persona cualquiera. Este es el séptimo tipo.
No indignarse al ver que alguien perjudica los intereses de las masas, ni disuadirlo o impedir su acción, ni razonar con él, sino dejarlo continuar. Este es el octavo tipo.
Trabajar descuidadamente, sin plan ni orientación definidos; trabajar sólo para cumplir con las formalidades y pasar los días vegetando: mientras siga siendo monje, tocaré la campana. Este es el noveno tipo.
Considerar que se ha rendido grandes servicios a la revolución y darse aire de veterano; desdeñar las tareas pequeñas pero no estar a la altura de las grandes, ser descuidado en el trabajo y flojo en el estudio. Este es el décimo tipo.
Tener conciencia de los propios errores pero no intentar corregirlos, tomando una actitud liberal consigo mismo. Este es el undécimo tipo.
Contra el liberalismo (7 de septiembre de 1937). Obras Escogidas, t.
II.
En una colectividad revolucionaria, el liberalismo es extremadamente perjudicial. Es una especie de corrosivo, que carcome la unidad, debilita la cohesión, causa apatía y crea disensiones. Priva a las filas revolucionarias de su organización compacta y su estricta disciplina, impide la aplicación cabal de la política y aleja a las organizaciones del Partido de las masas que éste dirige. Se trata de una tendencia sumamente perniciosa.
Ibíd.
Los adictos al liberalismo consideran los principios del marxismo como dogmas abstractos. Aprueban el marxismo, pero no se muestran dispuestos a practicarlo o a practicarlo cabalmente; no intentan sustituir su liberalismo por el marxismo. Tienen su marxismo y también su liberalismo: hablan del marxismo pero practican el liberalismo; el marxismo es para los demás y el liberalismo para ellos mismos. Llevan ambos en su bagaje y encuentran una aplicación para cada uno. Así es como piensa cierta gente.
Ibíd.
El Estado popular protege al pueblo. Sólo cuando existe un Estado popular, el pueblo puede, en todo el país y con participación de cada uno, educarse y transformarse par métodos democráticos, y desembarazarse así de la influencia de los reaccionarios internos y externos (influencia aún muy fuerte en la actualidad y que subsistirá largo tiempo y no puede ser eliminada rápidamente), librarse de los malos hábitos e ideas adquiridos en la vieja sociedad, evitar dejarse descarriar por los reaccionarios, y continuar avanzando, avanzando hacia la sociedad socialista y la comunista.
Sobre la dictadura democrática popular (30 de junio de 1949).
Obras Escogidas, t. IV.
Para nadie resulta difícil hacer una cosa de provecho. Lo difícil es hacer cosas de provecho durante toda la vida sin hacer jamás nada malo; actuar siempre en interés de las grandes masas, de la juventud y de la revolución, y empeñarse durante décadas en una lucha ardua sin ceder nunca. Esto es lo más difícil de todo!
Mensaje de salutación al camarada Wu Yuchang en su 60. cumpleaños (15 de enero de 1940).